La Armada, la Aviación y la tropa terrestre deben contribuir en gran medida con positivos en todo el territorio nacional. Se deben capacitar grupos élites en el exterior para que ellos adiestren al resto de sus compañeros. La idea de fuerzas y tropas profesionales será una realidad. Estas deberán no sólo adiestrarse en el campo sino graduarse en las diferentes áreas del conocimiento humano. Todas las profesiones le sirven a la fuerza pública y a la seguridad nacional.
Pero de nada serviría si no se articula con jueces probos y una legislación que permita operativos relámpago e inteligencia, infiltración y policía de civil en las calles.
Se desmonta el Esmad por ser un grupo élite de choque cuyas funciones bien las puede cumplir con creces la institución de la policía.
Oficiales y soldados e individuos de alguna de las fuerzas que mancillen el honor de su insignia deberán ser juzgados por la justicia civil, como todo ciudadano.
Se acaba la Justicia Penal Militar por inoperante y ambigua, además que desangra en gran parte los dineros destinados a la seguridad pública.
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