El monto exorbitante de dineros para el aparato del ejército colombiano y la seguridad en general (mientras el pueblo padece o muere de hambre), cáncer creado y mantenido por el uribismo, usado para cometer crímenes de lesa humanidad y alimentar la descomunal corrupción de las fuerzas de seguridad del Estado, debe necesariamente equilibrarse por lo menos a las cifras promedio del resto de la región latinoamericana. Si es necesario, lograrlo vía referéndum, porque sabemos que desestructurar el sistema de guerra, sangre y muerte enquistado profundamente en Colombia no sería tarea nada fácil, de suerte que un cambio en tal sentido, por mera inercia, podría tomar generaciones. En cambio, un inminente cambio hacia la paz, requiere no dar espera, debemos tomar el toro por los cuernos, para alcanzar la paz.
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