22 de agosto de 2'019 Cortázar...
22 de agosto de 2019
Cortázar...
Recuerdo que la primera vez que leí a Julio Cortázar, fue, cuando tenía como 17 años de edad. Un cuento que tiene por título: La Señorita Cora. Recuerdo que era de noche, y llovía. Ya había leído algo de literatura que a uno le mandan para leer en el colegio. En este momento, descubrí lo bueno que es leer literatura. Aunque leía la Biblia, no la consideraba en ese instante un libro literario, ahora sí, además de ser religioso, e histórico para mí, y también filosófico desde mi perspectiva. La literatura para esa edad no era de mi gran interés realmente. A mí me gustaba y gusta más lo metafísico, lo abstracto. Por eso soy bastante idealista. Es que las ideas son toda una realidad, pero la literatura no está de más. Para esos días o noches, yo leía libros de historia, enciclopedias de interés general. En mi niñez me gustaba mucho la geografía, porque quería saber de todo un poco. Aunque me llamaban mucho la atención las coplas. Eso sí, leía bastante el periódico y, actualmente me tienen ya aburrido las mismas noticias de siempre, los mismos problemas de siempre, no avanzamos, o lo hacemos a la fuerza y lentamente... Eso del nene en la clínica se me quedó ahí, porque a mí las clínicas también me tienen aburrido. El corre que corre con familiares que hoy están muertos. Pero bueno, esa es la vida. Y para los 17 años ya esos familiares no estaban. Y me hizo recordar a mí mismo, como cuando a la edad de 2 o 3 años me enfermé por una picada de mosquito, y me dio un absceso en la rodilla, y mi madre me dejó solamente con los médicos y las enfermeras en una clínica: La Casa del Niño. Me iba a visitar todas las mañanas. Y otro niño más grande que yo me prestaba su triciclo, jugábamos, y yo me sentía un poco débil. Mi madre se iba en las noches, y yo me quedaba tranquilo. Recuerdo la cara del Doctor, y caigo en la cuenta de que era muy joven, usaba lentes de aumento. Y una mañana abrí los ojos, y habían como cuatro o cinco personas mirándome, tenían batas blancas, quizás eran estudiantes. En ese momento pensé que venían de otro mundo, me parecieron extraterrestres. Total que me llevaron para la casa, ya de alta, y mi abuela Carmelina López Ruiz se puso contenta. Regresé sano y salvo. Y hoy, con más de treinta años de edad, vuelvo a retomar literatura de Cortázar, y ojalá me vuelva a impactar con algún relato.
El Escribidor de La Loma del Diamante...
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