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El árbol de Grosella...

¡Cómo lo recuerdo!, él fue el primer árbol de Grosella que conocí y después de él no he visto otro, el único árbol de Grosella que he visto. Recuerdo cuando echaba sus bellos frutos verdes y que luego con los días se iban poniendo amarillos, me los comía con sal o con azúcar, o también sin sal y sin azúcar eran un poco ácidas pero ricas. Las Grosellas crecen en un solo racimo, pues aquellas que conocí crecían en un solo racimo, ellas crecen como las uvas, son ricas para la salud, recuerdo que era un árbol muy frondoso, el árbol era de mi abuelo, él lo había sembrado, era su árbol, cuando salían sus frutos se sentía satisfecho y gozoso, él amaba su árbol, lo observaba y analizaba como una bendición del creador, comía de su fruto con satisfacción. Recuerdo que allí posaban mariposas que dejaban sus crías, salían los gusanitos y estos a su vez se convertían en crisálidas y de las crisálidas salían mariposas, los gusanos se comían las hojas del árbol, todas las hojas del árbol, y parecía que hubiera pasado un otoño por él, miles y miles de mariposas poblaban la casa y aquel sector, las lagartijas se alimentaban de ellas, las hormigas se llevaban los gusanos muertos y otros vivos, también lo hacían con las crisálidas, eran muchas, muchas, entonces todo regresaba a la normalidad por un lapso. Con el tiempo el árbol retornaba, se ponía nuevamente frondoso, expulsaba sus frutos de Grosellas, regresaban los gusanos, crisálidas y mariposas, hormigas y lagartijas, y volvía a quedar el árbol como si hubiera pasado un otoño por él, el ciclo se repetía, una y otra vez, una y otra vez, eso era magia, ¡qué maravilla!, fantástico, él era un poco quebradizo pero genial, yo quedaba sorprendido, y ha sido una de las causas para querer, admirar y cuidar la fauna y la flora. Ese árbol hacía parte de la familia, era parte de la familia. Hoy lo recuerdo y me causa lástima, es como si hubiera muerto una persona, él se fue marchitando, no volvió a florecer, desaparecieron los gusanos, las crisálidas, las mariposas, las lagartijas y hormigas se quedaron esperando el tiempo fructuoso, se acabó el ciclo, el árbol se secó y murió. Quisiera tener un palo de Grosella para volver a apreciar ese ciclo que me maravilla, volver a observar los gusanos, las crisálidas y mariposas, comer de aquel fruto que parece un manjar de dioses, ambrosía. Porque un palo de Grosella es una bendición y una riqueza que el Magnánimo nos puede regalar.

El Escribidor de La Loma del Diamante...

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