
Un recuerdo con Álvaro Jerjes Pico della Mirandola Azuero-Martínez… (11/05/2’025)
Me he enterado que Pico Azuero ha entrado en un sueño profundo, de esos sueños que son sin soñar, que están hechos para descansar. De esos sueños en los que uno no sabe que existe la vida, ni tampoco la muerte. De esos sueños en los que uno no sabe cuándo va a despertar. Aunque con el poder mental de la consciencia quizá uno domine ese sueño, a menos que queramos dar una pausa a nuestra energía, y hacernos creer que hemos dejado de existir para no observar, ni escuchar tanta maldad que aún no se elimina de la existencia, y prefiramos entonces mejor hacernos polvo para mezclarnos con la Tierra, con la esencia de otra vida de la naturaleza en lo que decidamos transformarnos sin que uno lo sepa, sino que por mera ley Universal del curso que seguirán nuestros átomos.
Conocí a Pico a través de Aumerle De La Vega. Mas antes de conocerlos ya ellos me conocían, porque me leían. Compartí interesantes momentos con los dos, donde ellos conversaban y me enseñaban su historia de vida. Fue Pico Alcalde de Cartagena (Bolívar) en algún momento. Era sobrino de Vicente Martínez-Martelo. Era Pico un miembro del partido comunista, quizá más clandestino por su procedencia de élite, y junto a Aumerle crearon los pacotinos (el partido comunista clandestino), aunque Aumerle sí fue más público como comunista junto con sus hermanos, pienso que la clandestinidad de Pico era necesaria, por eso más prudente. Era Pico Abogado de profesión, un jurista, que recibió algunas clases de Jorge Eliecer Gaitán-Ayala. Y cuando estuvo en Francia se conoció con Jean Paul Sartre, con quien tuvo una relación por asuntos del partido comunista. Pero bueno, más que una biografía quiero como contar mi breve experiencia con él.
Era un hombre decente, leído, ilustrado, culto, al que le costaba trabajo decir una grosería o realizar algún chiste soez, al menos en frente de mí, y que duda no me queda de que esa era su esencia. Sus chistes eran finos, se notaba su clase, su glamour, sus ademanes me llamaban mucho la atención, como si cada movimiento estuviera marcado, su buena estirpe se notaba, y cuando el bastón tomaba con elegancia. Al igual que Aumerle, Pico era buen anfitrión, más que generoso. No era porque tuviera algún complejo por su estrato, así era él, su comportamiento iba acorde con su crianza, contrario a quienes viven de apariencias, para mí Pico era un hombre humilde, era real, era él. Mi apreciado amigo Aumerle que era demasiado chistoso o mamador de gallo no podía entender como un comunista tuviera tanto glamour, porque a veces el glamour no lo dejaba comportarse como un verdadero comunista e ir a tomar cervezas en la playa con los carperos, entonces yo le decía a Aumerle que tenía que entenderlo como yo lo entendía, no era porque él no quisiera, o no le cayeran bien los carperos, lo que pasa es que no era su ambiente y no se sentía cómodo, no por arrogancia, sino porque no es su cultura como tal, entonces me decía Aumerle: “¡Qué carajos! Eso es pendejá.” Aumerle trataba de que no se le notara mucho el De La Vega, en el sentido de élite, claro está, por eso decía que era de los De La Vega que no van al Club Cartagena, en cambio Pico sí iba.
Pero bueno, son personalidades distintas y a los dos entendía desde su crianza y su comportamiento y su temperamento, ambos se quisieron mucho como grandes amigos. Pico siempre quiso que me leyera todos los libros que tenía Aumerle en su modesta biblioteca, entonces Pico me iba a dar uno para que me lo leyera, “El guerrillero del tiempo”, una biografía de Fidel Castro, y Aumerle la pensó mil veces porque decía que ese libro era importantísimo y que no podía salir de su morada porque o sino no regresaba, además porque se lo había robado a Garcilaso, y una vez Garcilaso lo visitó y Aumerle se puso a rezar para que Garcilaso no viera el libro. Total que Pico convenció a Aumerle y entonces Aumerle me prestó el libro con la condición de que apenas lo terminara se lo llevara, y que ni para el carajos le dijera a Garcilaso que él lo tenía, eso sí, quedó preocupadísimo, y cuando lo terminé de leer y se lo regresé quedó súper sorprendido, porque no todo el mundo regresa un libro de esos, y Pico sabía por intuición que yo lo iba a devolver, porque sin ánimo de vanagloria él veía la seriedad en mí que yo veía en él, entonces me prestaron otro. Pico le decía de que qué iba a hacer con esos libros si ya ellos estaban a punto de morirse, cosa que a Aumerle no le gustaba mucho escuchar, y que obviamente yo nunca confirmaba. Pero bueno, es la realidad hoy. Y hoy ando leyendo libros de la biblioteca de Aumerle, tanto Pico como yo ya lo sabíamos, para mí era un hombre calculador, porque esa es la vida en este sistema de mundo, y los tres entendemos o entendimos cuál era la misión, y cuál sigue siendo, ahora es mi responsabilidad asumirla con coraje. Es el ideal a seguir que me pondrá a reflexionar durante todos estos días y noches, porque no me preocupa cargarlo, me preocupa es cómo me mantendré con vida no por miedo a la muerte, sino para seguirlo en un mundo lleno de envidia y de mediocridad, donde el oponente no es inteligente, por eso es reaccionario y siempre actúa con violencia y está enfermo mentalmente, por eso su “argumento” siempre ha sido derramar sangre. De todas maneras ya se encontrarán las maneras de también vencer como ellos vencieron, porque no todo el mundo dura cien años.
Pienso que Pico sabía que yo esto me lo tomaría en serio, al final, a Aumerle le quedó claro. Pienso que Pico, al igual que Aumerle, era un hombre influyente, quizá no adinerado como un magnate, pero sí un hombre poderoso, es que al final no es el dinero el que da el poder, lo que da el poder es la convicción, el carácter, el criterio, la estirpe, quizá no tanto por el linaje, porque eso de nada sirve si el ser es vacío y tiene un pensamiento mediocre y arribista. Cosa que muchos no entienden, como el actual alcalde de Cartagena que no lo menciono para no marchitar este escrito y que a Pico no era que le pasara tanto, de hecho Pico apoyó a mi candidato, y me hubiera apoyado a la Gobernación de Bolívar si me hubieran dado el aval otro gallo cantaría y las bandas criminales tanto de la politiquería como las que hoy derraman sangre en la ciudad estaría temblando más de lo que están con el gobierno nacional, porque Pico también apoyó al actual Presidente de La República de Colombia. ¿Acaso no es un acto de amor que un tipo al que nunca le faltó un banquete en su mesa quisiera que el proletariado también tuviera ese privilegio todos los días y todas las noches? Es ahí donde radica la verdadera nobleza, no por el linaje, sino por lo que se lleva en el corazón y en la mente, es esa la verdadera Gloria, es esa la verdadera grandeza. Y no como piensan aquellos pseudoaristócratas que son la verdadera ralea del lumpen de nuestra sociedad y que oprimen a los pueblos, y que se hacen mal llamar la gente de bien, pero que en realidad carecen de una verdadera clase.
Seguiré con el legado, y los recordaré a ambos con mucho cariño y afecto, y aprecio.
Por José Antonio Támara-León.
El Escribidor de La Loma del Diamante.
Comentarios recomendados