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La autopsia...

Recuerdo cuando observé en distintas ocasiones algunas autopsias, me dejaba consternado mirar un cuerpo sin aliento, sin vida, sin espíritu. Observaba como le abrían el abdomen con un cuchillo, analizaban la causa de su muerte y en una ocasión hubo uno que una bala le había perforado el corazón. No lograba y aún no logro asimilar ese estado, ese estado en el que se encuentra el ser humano. Era algo que me dejaba perplejo, sin palabras, no lograba visualizar bien el asunto. Podría decir que no somos nada, pero esa afirmación no es suficiente para expresar mi consternación, por eso cada vez que iban a realizar una autopsia la observaba y analizaba con más detenimiento, no era masoquismo mío, sólo intentaba descifrar aquel misterio que me ha sido aún imposible de entender. Observar aquel cuerpo que una vez tuvo vida y en aquel instante era un cuerpo que aquel razonamiento que lo habitó dejaba de existir. Observaba como le sacaban la sangre con un vasito de plástico y la echaban en la tierra del cementerio, le sacaban los órganos y los enterraban en el cementerio, y los perros sacaban aquellos órganos cuando la lluvia caía con fuerza, porque destapaba el hoyo poco profundo, los perros se comían las tripas, y una vez miré como uno de ellos lamía el caldero donde se hacía el arroz. Recuerdo que una médico muy hermosa dirigía la autopsia, cuando encontraba la causa de la muerte tomaba apuntes y lo mandaba a coser. Luego yo me ponía a caminar por el cementerio y me sentaba sobre una tumba analizando la situación, tratando de comprender aquel enigma, aquel cuerpo yacería en una tumba como en la que me encontraba sentado, también pensaba en mi muerte y me imaginaba como los vivos me despedirían, ellos pronto me acompañarían en el Seol; vemos hacer autopsias y después verán la nuestra. Vamos a entierros y después irán al nuestro, por eso poco me gusta ir a sepulcros, porque me hace pensar en mi muerte y también sentir almas penando en agonía, aunque el muerto dejó de existir, pero me hace pensar en que todos esos cadáveres están pidiendo ayuda en sus bóvedas llenas de insectos, gusanos y ratones. Aquellas necropsias marcaron mi vida, me hicieran pensar en lo que somos, qué somos, es muy fácil morir, y difícil regresar a la vida, aunque creo plenamente en la resurrección, no es que sea mi opio, no, no creo que sea utopía, lo percibo tan real, tan real como el calor y el frío. Me gustaría seguir observando necropsias, porque necesito romper esa pared ubicada en mi pensamiento que no me deja ver lo que intento comprender, comprender el porqué me consterna tanto un alma humana sin vida, esa frontera entre la vida y la muerte, ese paso tan pequeño que las separa, esa situación tan macabra que me causa pavor.

El Escribidor de La Loma del Diamante...

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